Con mi novio

Operación Bikini

lunes, 15 de marzo de 2010

EL HOMBRE IDEAL

No podemos negarlo: todas soñamos con él.


Obviamente, no es el mismo para cada chica. Cada una se hace el suyo, es algo muy personal, como el diario, el maquillaje, el móvil o el bolso. Algo muy de chica, algo que no puede faltar en la vida de cualquier adolescente que se precie, diríase incluso que es indispensable para una integrante hembra de la raza humana. Para hacernos una idea, para soñar. Y, más importante, para hablar con las amigas de tu chico ideal que, segura estás, te espera en alguna esquina. Para tener un príncipe azul, para cotillear. Para hablar de cómo te gustan los tíos en las fiestas de pijamas, para comparar. Un montón de cursiladas encadenadas en alguna especie de ritual femenino. Los chicos se conforman con el anuncio de perfume que se ve dentro de la Playboy. Las chicas vamos más allá.


Por eso nuestros maniquís no pecan de falta de personalidad, como les sucede a los femeninos (creados por mentes masculinas, poco interesadas en si al objeto de su deseo le gusta o no el café o cual es su color favorito). Son seres perfectos, tan cuidados y detallados, tan grácilmente esculpidos, que solo por uno de ellos en el mundo todas las chicas se pelearían sin dudar. Por suerte, no existen. Por suerte, lo único que tenemos que hacer es buscar un chico que se aproxime a nuestro maniquí. Generalmente tales sueños se parecen a famosos adolescentes, rubios, románticos, fuertes, atléticos, carismáticos, bronceados, musculados, con los ojos azules, altos, simpáticos, cariñosos, con sentido del humor, abiertos, populares, ricos. Y tremendamente pastelosos, horriblemente pastelosos. Tanto que si las palabras se pudieran coger, bastaría con echarle nata a una frase para comérsela, tal si fuese un pudding dulce de fresa. Yo no soy así. Nada de tipos rubios y bronceados, románticos y pastelosos. Mi maniquí, pese a ser tan perfecto como otros, es distinto.


Es un chico, no hay duda de ello. Tiene 21 años quizás, joven pero maduro, sin rasgos de niño, con pinta y porte de hombre, como es debido. Es alto, mide 1,75 puede que 1,80. En todo caso, mi cabeza queda en su pecho, no muy abajo, pero ahí. Tiene el pelo castaño, tan oscuro que de una mirada diríase negro, corto y muy liso, con un corte informal pero a la vez elegante y cuidado, como si siempre estuviese dispuesto a ir a una fiesta en un palacio. El cuerpo es robusto, es delgado aunque tenga los hombros anchos, y es fuerte, aunque no se note en sus músculos. Sus manos, con las uñas perfectamente cuidadas, tienen los dedos finos y largos, como los de un pianista. Tiene largas las piernas y fina la cadera, pero en ningún momento tiene siquiera un rasgo femenino, todo el emana masculinidad. Su cara, de rasgos algo cuadrados pero siempre agradable, da un aire de hombre totalmente maduro, y sus ojos destacan por grandes y bonitos, con un color verde oscuro tan profundo que una se pierde dentro. Tiene los labios finos, secos, pero no cortados, y la nariz recta, no excesivamente grande, pero en ningún caso pequeña. Los pómulos altos y las cejas poco pobladas aún hacen de él un hombre más atractivo, con ese flequillo cayéndole por un lado de la cara. A veces tiene algo de pelusilla a modo de barba, otras no. No es en absoluto peludo, ni siquiera en las piernas, pero no va depilado. Es pálido, con aire misterioso, con porte poderoso, con sonrisa entrecortada de ironía, con aura de joven millonario que en sus ratos libres se dedique a asesinar. Misterio, poder, ironía: los tres ingredientes que me vuelven loca.


Es muy masculino, le gusta llevar las riendas, decidir las cosas. Es callado, pero siempre contesta con educadas y largas frases, de esas que te dejan en blanco, misteriosas, extrañas, de alguna manera algo snobs. Es abrumador, puede callar de una sola mirada; imponente, todos le deben respeto; frio, nadie se atreve a llevarle la contraria. Esquiva las preguntas con otra pregunta, mantiene su porte incluso en la intimidad. Solo se deja ablandar por un pucherito bien llevado o unos ojitos tiernos, le encanta que le presten atención, pero se hace el indiferente. Nunca usa palabrería, y si debe un cumplido, lo dice como si la cosa no fuera como el tema. Bromea constantemente con las cosas, pero todo desde una seriedad extraña. Si quiere algo, lo expresa sin rodeos. Le atraen las cosas mal vistas, y disfruta viendo a gente escandalizada por su comportamiento. Su voz es grave y melosa, da la sensación de ser un gato atrayendo un ratón para tragárselo.


Viste de forma impoluta, con conjuntos elegantes que a la vez son modernos. No es raro verlo con esmoquin o bien con traje. Se decanta en general por el negro, el gris y el marrón, colores oscuros, serios, como él. Su aspecto es tan cuidado que solo pisar el suelo ya parece un honor para la calle, nunca sale de casa sin arreglar y en alguna ocasión se ha decantado por un sombrero modernillo. Le gusta vestir caro y todo él huele a dinero, de esa manera que uno huele como si siempre lo acabaran de estrenar. Le encanta bañarse en agua helada, porque le calma los nervios. Es un chico con clase, de gran categoría: le gusta el lujo, las excentridades, los Rolex, los coches y las mansiones, pero no es sociable y no le gusta estar con gente. Aunque disfruta de la variedad, le encanta regalar flores con un significado concreto (según su lenguaje), y joyas, tales como collares o anillos. Trabaja en una gran empresa informática, donde es el director, también se le conoce como un gran pintor. Paso con creces la educación obligatoria y tiene el bachillerato artístico, heredo de su padre la empresa, habla español, catalán, gallego, francés, alemán e inglés, y tiene la titulación como piloto. Es rico, tiene una casa enorme y si quiere una noche especial, alquila hoteles de 5 estrellas. Le encantan los animales, sobre todo los gatos, y le gusta salir de noche. Es culto, conoce un poco de todo, toca el piano, es un gran lector y le gusta el cava…como es debido.


Es perfecto porque lo hice yo. Pero sobretodo, es perfecto porque es alemán (aunque su aspecto no lo indique), porque es mayor, porque tiene ojazos, porque le encanta el color rojo.


Y porque es el espejismo más adorable que jamás haya existido.

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